La reconstrucción del oleoducto en Oriente Medio y el nuevo juego geopolítico
Fecha:2025-08-25
En marzo de 2025, un oleoducto en el norte de Irak cesó sus operaciones debido al conflicto. Ese mismo verano, un gasoducto de gas natural en Siria fue severamente dañado por múltiples ataques aéreos. Estos eventos no son simplemente subproductos del conflicto regional; también personifican la fragilidad de la infraestructura energética de Oriente Medio. Hoy en día, con la evolución de los paisajes geopolíticos y las cambiantes demandas de energía, la reconstrucción de los oleoductos de Oriente Medio se ha convertido en un nuevo punto focal para la lucha entre las diversas fuerzas.
La red de la tubería de la energía existente del Oriente Medio se formó en la segunda mitad del 20mo siglo, reflejando alianzas políticas pasadas y relaciones económicas. Desde el oleoducto Kirkuk-Ceyhan desde Irak a Turquía hasta el oleoducto de petróleo crudo Este-Oeste a través de Arabia Saudita, estas arterias de energía alguna vez definieron la geografía del suministro de energía global. Sin embargo, décadas de conflicto, sanciones e inestabilidad política han dejado esta infraestructura envejeciendo, dañada o completamente obsoleta. Según datos de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo (OAPEC), aproximadamente el 37% de los oleoductos y gasoductos de Oriente Medio han superado su vida útil de diseño y necesitan urgentemente reparación o reemplazo.
La reconstrucción de tuberías está impulsada por un complejo entrelazado de múltiples dinámicas. El cambio en la demanda de energía se ve particularmente afectado por el cambio: Asia ha reemplazado a Europa y Estados Unidos como el principal destino de exportación de hidrocarburos del Medio Oriente, lo que requiere nuevas rutas apuntando hacia el este en lugar de hacia el oeste. El oleoducto Habshan-Fujairah, actualmente en construcción en los Emiratos Árabes Unidos, ejemplifica este cambio, evitando el punto de estrangulamiento estratégico del Estrecho de Ormuz y entregando petróleo crudo directamente al Golfo de Omán. Mientras tanto, el aumento del comercio de gas natural está impulsando la construcción de redes de gasoductos transnacionales. Qatar e Irán poseen vastas reservas de gas que requieren acceso a más mercados, aunque las sanciones de Estados Unidos ensombrecen tales proyectos.
Los cálculos geopolíticos son más matizados. Arabia Saudita está utilizando proyectos de oleoductos para reducir su dependencia del Estrecho de Ormuz, que actualmente transporta aproximadamente el 21% del comercio mundial de petróleo. La expansión del oleoducto del Este y las mejoras al puerto de Yanbu permitirán a Riad mantener una parte significativa de su capacidad de exportación de petróleo crudo, incluso si el estrecho está cerrado. Irán, por otro lado, está tratando de romper su aislamiento regional y establecer el acceso terrestre a los mercados europeos a través del proyecto propuesto del oleoducto del Golfo Pérsico al Mediterráneo, aunque esta visión enfrenta numerosos obstáculos políticos.
Los desafíos de la reconstrucción de gasoductos radican no solo en la geopolítica, sino también en las limitaciones de seguridad y financiamiento. Los repetidos ataques contra oleoductos en Yemen y la continua inestabilidad en partes de Siria e Irak plantean riesgos de seguridad para cualquier nuevo proyecto. Además, la incertidumbre que rodea la transición energética global ha dejado a los inversores escépticos sobre los proyectos de infraestructura de hidrocarburos a largo plazo. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) predice que a medida que se acelere la transición energética, los ingresos por exportación de petróleo en Oriente Medio y el Norte de África podrían caer en un 40% para 2040 en comparación con el escenario político actual, sin duda afectando la viabilidad económica de los proyectos de oleoductos.
Sin embargo, las tecnologías innovadoras están ofreciendo nuevos enfoques para la reconstrucción de tuberías. Los sistemas de monitoreo inteligentes permiten a los operadores de tuberías detectar fugas o intentos de sabotaje en tiempo real, mientras que los avances en la ciencia de nuevos materiales están mejorando la durabilidad y la seguridad de las tuberías. En particular, algunos visionarios han comenzado a explorar cómo adaptar estas infraestructuras para un futuro con bajas emisiones de carbono, tal vez un día transportando hidrógeno verde en lugar de petróleo crudo, o utilizando sus rutas para construir redes de captura y almacenamiento de dióxido de carbono.
La reconstrucción de los oleoductos de Oriente Medio no se trata solo del flujo de acero y energía, sino también de redibujar la estructura de poder regional. Cada ruta de gasoducto elegida representa un cambio geopolítico, y cada decisión de inversión una apuesta por el futuro de la energía. En este proceso de reconstrucción, China está expandiendo su influencia a través de la inversión en infraestructura bajo la Iniciativa Belt and Road; Rusia está tratando de mantener su presencia regional a través de la cooperación energética; y Estados Unidos está dando forma a la geografía de la red de oleoductos a través de sanciones y maniobras diplomáticas.
Durante la próxima década, Oriente Medio puede presenciar la aparición de una serie de nuevos oleoductos: el oleoducto EastMed que conecta los estados del Golfo con el Mediterráneo oriental, el gasoducto árabe potencialmente revivido y numerosos proyectos bilaterales no revelados. Estas arterias energéticas redefinirán el grado de integración económica regional y la forma de alianzas políticas.