La inspección de rayos X, también conocida como prueba de rayos X o examen de rayos X, es un método de prueba no destructivo utilizado para detectar defectos o anomalías en diversos materiales y objetos. Implica el uso de radiación de rayos X para penetrar en el objeto que se inspecciona y producir una imagen que se puede analizar para detectar posibles fallas.
El proceso de inspección de rayos X comienza con la colocación del objeto en una plataforma o cinta transportadora, que luego se coloca entre una fuente de rayos X y un detector. La fuente de rayos X emite un haz de radiación de rayos X que atraviesa el objeto, mientras que el detector captura la radiación transmitida en el otro lado. La imagen resultante se muestra en un monitor, lo que permite a los inspectores examinar la estructura interna del objeto.
La inspección por rayos X es ampliamente utilizada en diversas industrias, incluidas la fabricación, aeroespacial, automotriz, electrónica y médica. Se puede usar para detectar una amplia gama de defectos, como grietas, huecos, inclusiones y porosidad, en materiales como metales, plásticos, cerámicas y compuestos. Es particularmente efectivo para inspeccionar estructuras complejas o inaccesibles, ya que los rayos X pueden penetrar a través de múltiples capas y proporcionar imágenes detalladas de los componentes internos.
Los beneficios de la inspección de rayos X incluyen su naturaleza no destructiva, que permite un examen exhaustivo sin dañar el objeto que se inspecciona. También es un método rápido y eficiente, capaz de inspeccionar grandes cantidades de objetos en un corto período de tiempo. Además, la inspección por rayos X proporciona imágenes de alta resolución, lo que permite a los inspectores identificar incluso defectos pequeños o sutiles.